CONFLICTOS DE FAMILIA: ¿A QUIÉN LE CONVIENE PERDONAR?

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Equivocarse es humano, por lo tanto perdonar debería ser también un ejercicio habitual.
En la vida, todos cometemos errores y es natural, lo complicado es entender que los demás también los cometen. Solemos juzgar con severidad las fallas de los otros y se nos dificulta aceptar nuestra parte, tenemos un pequeño juez interior que dictamina lo que está bien y lo que no. Sin embargo, cada persona tiene una manera de percibir una situación, este enfoque tiene que ver con el contexto que envuelve a cada persona, es decir, su entorno socio-cultural, económico, salud mental, historia, circunstancias específicas que lo hacen ser o actuar de una manera en concreto.
Las expectativas que tenemos del comportamiento de los demás es lo que suele hacernos entrar en conflictos. Creemos que el otro, tiene que reaccionar, pensar y sentir conforme a lo que nosotros consideramos que es lo correcto. Olvidamos que esa persona tiene una situación, un pasado, un entorno, una salud mental, que le hacen ver las cosas de un ángulo distinto al nuestro y nos aferramos a ver solamente nuestro lado de la historia.
Sin lugar a dudas, un conflicto se alimenta de la cerrazón, de la óptica unilateral de un asunto. “Tú me hiciste” “Tú dijiste” nos estancamos en la parte reptiliana (amígdala) del asunto y no nos permitimos activar el córtex prefrontal, es decir, la parte que entra en razón. Para lograr esto, es necesario pensar en lo que podría estar percibiendo la otra persona del conflicto en cuestión. En nuestra terca cabecita no concedemos la posibilidad de que el otro tenga una parte de razón, pero en realidad para que pueda suscitarse un acuerdo, requiere que ambas partes, realicen el proceso de ponerse en los zapatos del otro.
Al no poder ver la parte de razón del otro, negamos la posibilidad de la conciliación. Los conflictos, como los fuegos, crecen si no se apagan a tiempo y suelen escalar a otros miembros de la comunidad y terminan formando bandos: Los que están a favor y los que están en contra de mí.
Esta inútil postura arraiga los problemas y en ocasiones, ayudados por el tiempo divide a pueblos enteros. Lo interesante de analizar es que con este tipo de posturas, el resultado, es siempre el mismo “Todos pierden”. La serpiente se muerde la cola.Personas y naciones, han aprendido por la vía dolorosa que la imposición de nuestra visión por la fuerza únicamente genera más conflictos. Países como Alemania, debieron aprender esta dura lección. Su primer proyecto de unificar a Europa resultó en una Segunda Guerra Mundial, ahora habiendo aprendido su lección, apuesta por una estrategia de colaboración con el proyecto de la Unión Europea.
¿Vale la pena conciliar, ceder y perdonar? Todos responderán que sí pero esto no sucederá si no somos capaces de responder primero a esta pregunta: ¿Podemos aprender a conceder una parte de razón al otro?
Gracias por leerme. Que pasen un fin de semana de paz, conciliación y perdón. Dudas, comentarios, críticas y sugerencias: [email protected]

ESCUELA DE LA VIDA
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Julia Ines CALZADA
Fundadora de “Escuela de La Vida”, contenidos que inspiran a la creación colectiva y a la reinvención del individuo.