En un entorno de IMPUNIDAD INSEGURIDAD Y FALTA DE ESPERANZA indispensable mirar a los jóvenes.

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Los jóvenes mexicanos tienen el reto de desarrollar una personalidad positiva y constructiva en un entorno de descomposición social. Y refiero este reto a ellos porque nadie está haciendo nada por entenderlos, por intentar comprender la complejidad psicológica a la que se enfrentan. Hasta ahora, no se toma con la debida seriedad, el impacto que tienen, en la construcción de la personalidad del individuo el entorno que le rodea y las experiencias que vive.
El México de hoy se encuadra en un marco de inseguridad, impunidad y falta de esperanza. La gravedad de vivir bajo estas 3 variables, radica en las consecuencias que cada una de ellas tiene en un cerebro en desarrollo. Niños y jóvenes están en la etapa de construcción de la personalidad y del conjunto de creencias con las que se enfrentarán a la vida.
Vamos a explicarnos. La construcción de la personalidad se nutre de 3 componentes principales: biología (genética) entorno (sociedad, familia, cultura) y experiencias (lo que le sucede al individuo). Un joven entre los 12 y 17 años está en el momento más crítico de la construcción de su personalidad adulta, debido al cóctel de hormonas y conexiones neurales que están teniendo lugar en su cerebro, que le permitirá tener una batería de conceptos necesarios para sobrevivir en su etapa adulta. Mediante este mecanismo natural, el cerebro se prepara inconscientemente para adaptarse al mundo que le tocará vivir.
En esta etapa, el cerebro no juzga la información que recibe, más bien, toma toda y se prepara para filtrarla. Sin siquiera darse cuenta, se está formando una opinión de sí mismo y de su entorno, pero como no todo cabe en él -así como no cabrían todos los libros del mundo en una sola biblioteca- el cerebro se va quedando con lo que le sirve y desechando lo que le estorba. El criterio de selección de esta información, es adaptativo: ¿Qué me sirve para garantizar mejor mi sobrevivencia?
Para determinar esto, el cerebro hace la lectura consciente e inconscientemente tanto de lo que percibe fuera como de lo que percibe dentro de sí, una sutil manera de saber ¿Para qué me alcanza? Entonces hace la edición, se ajusta en miles de millones de ecuaciones mentales que formarán su personalidad.
¿Pero si es verdad que entorno y experiencia afectan la personalidad del individuo cómo entonces participan la impunidad, la inseguridad y la falta de esperanza en el cerebro de niños y jóvenes?

Pérdida de la esperanza:
Si el cerebro de un joven percibe que el entorno social al que se enfrenta, es demasiado hostil y que sus padres tuvieron pocas o ninguna oportunidad de mejorarlo, podría desarrollar mecanismos de defensa, tales como adoptar una personalidad de iguales características o volverse indiferente. Nuestro cerebro nos desensibiliza frente aquello que nos afecta demasiado ó continuamente. Esta es la razón por la cuál se pierde el sentido de la esperanza y con ello se desarrollan enfermedades como la depresión, la angustia crónica y las adicciones, por citar algunas.
Inseguridad:
El cerebro necesita primeramente garantizar la seguridad del ser que alberga y si vive en un entorno donde no se puede fiar de nadie, ha visto como sus familiares son víctimas de la inseguridad; deduce que para garantizar un mejor pronóstico para sí mismo, sólo le queda ó la indiferencia ó unirse a la violencia, y esto lo hará, porque para el cerebro, nunca será más importante la moral que sobrevivir y aunque siempre existan excepciones, esta es la razón por la cual personas sanas, comienzan a tener actitudes sociópatas.
Impunidad:
La falta de consecuencias ante la conducta negativa y la falta de recompensa ante la positiva, genera una afinidad por la conducta negativa. Si un individuo recibe constantes embates, injusticias, crueldad, descalificaciones, perjuicios en su persona (o comunidad) y constata que no hay consecuencias para quienes depredan al prójimo, por más "bueno ó sano" que sea el individuo, se despierta en él un estado de alerta expresado en violencia, ésta puede manifestarse en contra de los demás o de sí mismo. Es por esto que roba quien ha sido ultrajado, abusa quien ha sido abusado. Es un mecanismo no obvio pero sí recurrente de la mente. La víctima se convierte en victimario cuando el daño no le es resarcido.
En conclusión: Hoy escuchamos historias realmente espeluznantes: jóvenes que secuestran y matan a una compañera de su propio colegio, niños jugando al secuestro que terminan matando a su propio vecino. Estos, ya no son hechos aislados. Quién haya tenido la oportunidad de convivir con infantes en años recientes, podrá dar cuenta de que "el secuestro" ó " los narcos" son ahora un acto lúdico recurrente.
El cerebro de los niños se prepara para entender su entorno y su futura vida adulta a través del juego. El juego es un mecanismo de aprendizaje y adaptación social. Es por ello que desde niños, vamos tomando roles y manifestando nuestra cultura a través de los juegos.
Tomando en cuenta el daño que vivir en un Estado de descomposición social provoca en la personalidad de un individuo y sabiendo que éste es la base de la sociedad y por ende, de la democracia. ¿Qué futuro tiene un país que no atiende la salud mental de sus niños y jóvenes?

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Gracias por leer.

ESCUELA DE LA VIDA
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Fundadora de “Escuela de La Vida”, contenidos que inspiran a la creación colectiva y a la reinvención del individuo.