La delgada línea entre el amor y la obsesión por @patricia_zepeda

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Cuando escuchamos la palabra amor, indudablemente lo relacionamos con algo hermoso que te hace feliz, que te mantiene ilusionado, enamorado, sonriente, entre muchas otras cosas.
Pero, qué ocurre cuando el amor se convierte en obsesión, cuando no te das cuenta y vas más allá del amor y te obsesionas con una persona. Muchos científicos identifican el amor obsesivo como un amor pasional, una emoción muy intensa y muy fuerte que difícilmente se puede controlar y que puede llegar a dañarte en muchos aspectos.
Nadie está exento de vivirlo y lo digo por experiencia propia, todos en algún momento de la vida idealizamos a alguien y cometemos el error de dejar que todas nuestras emociones dependan de esa persona.
La obsesión como tal en cualquiera de sus formas es algo meramente dañino, el amor obsesivo esta comparado incluso con la adicción que puede llegar a sufrir una persona alcohólica o con problemas de drogas, y si no se atiende a tiempo puede llegar a intensificarse convirtiéndose en una especie de tortura psicológica la cual te hace víctima de tu propia historia.
¿Cómo reconocer una obsesión?
Es fácil, dedicas todo el tiempo de tu vida a pensar en esa persona, en querer complacerla, en idealizarla, endiosarla, hacerla feliz incluso a costa de tu propia felicidad.
En un estudio realizado por Helen Fisher una importante investigadora del comportamiento humano se demostró que las personas con este tipo de obsesión pueden llegar a pensar en el ser “amado” un 95% de su tiempo y que dentro de las diferentes fases del amor una de las más delicadas es la denominada fase del amor romántico ya que si este no se maneja de un amanera adecuada puede desencadenar un amor obsesivo y un fuerte sentimiento de dependencia, en este estudio se indicó también que el amor obsesivo está relacionado con el amor ciego, esto se debe a que cuando estamos enamorados una parte del cerebro se desactiva, es la parte cerebral relacionada con el miedo por ello no vemos los aspectos negativos de la persona y la idealizamos completamente.
Hablar de los síntomas es fácil, pero cuando estas dentro, reconocer un amor obsesivo es más que difícil y al igual que el resto de los demás trastornos psicológicos es importante reconocer el problema y buscar ayuda de un profesional ya que podrá escucharte, y ayudarte a que busques la raíz de ese problema para más adelante encontrar una solución.
Te aseguro que cuando te sientas más tranquilo y aceptes el problema podrás incluso entender la postura de la otra persona y aceptaras que el amor no es vinculante al punto posesivo y que no puedes obligar a nadie a quererte, lo que si puedes hacer es amarte, quererte y consentirte a ti mismo, volcar toda esa energía en ti, en algún pasatiempo, en tu trabajo, en algún deporte en algo que realmente te llene y te haga feliz, se requiere mucha fuerza de voluntad y aceptación de que tienes millones de posibilidades para ser feliz.
Somos seres humanos, seres emocionales, algunos más intensos que otros y algunos amamos al extremo así que a todos nos puede pasar, pero tengamos siempre presente que la vida está aquí y ahora, en el presente no la desperdicies sufriendo por “amor” se optimista y no dejes que un amor obsesivo te amargue la vida y te nuble la mente.
El amor más grande de tu vida eres y serás tú mismo, aprende primero a amarte a ti, solo así podrás disfrutar de la compañía de una pareja sin tratar de retenerla, disfrutar del inmenso y maravilloso regalo que es estar juntos, sin obligaciones impuestas, sin ataduras, únicamente por la mágica, hermosa y espontanea decisión de compartir, complementarse, responder y amar en libertad. El amor no duele, si duele, no es amor.
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Patricia ZEPEDA
Patricia Zepeda Actriz, especializada en arte dramático por la escuela Arte Escénico M.P. y la facultad de teatro de Xalapa Ver. Productora asociada de la empresa Butaca Films. Guionista y productora asociada de la serie 91.Miedo. Licenciada en Psicología y en educación infantil. Profesora de literatura mexicana e hispanoamericana.