¿Qué significa ser mamá?

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¿Qué significa ser Mamá?

“El amor de madre es el impulso que le permite a un ser humano llegar a lo imposible”
Marion C. Garrety

Ser mamá es una aventura que tiene todas las emociones que el ser humano puede llegar a sentir, con sus diferentes grados de complejidad e intensidad.

Comienza con una conquista de nuestro cuerpo, un estado que ni nosotras misma reconocemos en un principio. ¿Qué me está pasando? Todo funciona de una manera distinta, desde la piel hasta nuestros estados de humor. Poco a poco va mezclándose con nuestro propio ser. Llega el punto en el que ese ser dentro de tu espacio es parte de ti misma. Habemos algunas que hasta llegamos a extrañar ese estado compartido, una vez que el ser que se formó dentro de nuestro vientre, pasó a ser un ciudadano del mundo.

Cuando esa pequeñísima personita está entre tus brazos y no sabes ni siquiera cómo agarrarlo, empieza la verdadera experiencia. Un juego sin manual, un cuarto oscuro que no se debe reconocer con una linterna, sino con el corazón y el sentido común.

Se abre toda una nueva realidad para la mamá que con valentía decidió entregarse a este reto, el más natural y el más difícil a la vez. La ambivalencia de emociones extremas que muchas veces hacen pensar que estas perdiendo la cordura, y otras te hacen sentir la persona más afortunada del planeta.

El miedo.
Como madres queremos proteger a nuestro hijo, nuestro tesoro más preciado, que nunca le pase nada. Que no derrame una lagrima de dolor; que no pase hambre; que no le duelan las encías cuando las rompe su primer diente; que no se raspe las rodillas al gatear; que no se lastime en sus primeros pasos; que no llore su primer día de kínder; que no se enferme; que no lo molesten otros niños; que no lo deje una novi@. Rogamos ¡ por favor, que no sufra nunca!

Crecer duele, la vida es un cúmulo de experiencias en las que es inevitable el dolor. Es una tarea muy difícil entender que lo único que podemos hacer como Mamás es acompañar a nuestros hijos y darles el cariño amoroso que tenemos en nuestro corazón. Facilitarles los mejores cuidados y soltarlos a la vida.

El cansancio.
Desde el primer día que ese bebé llega nuestra casa, la palabra cansancio toma otro significado. Pasar una noche en vela, esperando a que se duerma o que llegue de su salida con amig@s. Las noches que pasamos pensando la mejor manera de educarlos, buscar el mejor consejo o la estrategia para resolver alguno de los problemas que tiene nuestro hijo o hija. “Se muerde las uñas y no puede parar”, “la novia lo dejó”, “no ha podido aprender a hacer las divisiones de segundo grado”. Cualquiera que sea su problema como mamás lo queremos resolver. Podríamos sacrificar muchos de nuestros beneficios con tal de que se le ceda el amparo del dolor. Sin embargo, lo único que nos queda es esperar a que lo resuelva él por sí mismo, creer en él y darle las herramientas para facilitarle el camino.

La incertidumbre.
El temor a no hacerlo bien nos acompaña a las madres desde antes que tenemos el pequeño en brazos, hasta que ese bebé llega a ser un adulto. Siempre queremos hacer lo mejor, darles el consejo perfecto, ayudarlos hasta el punto en el que no estemos siendo invasoras de su autonomía. ¿Hasta dónde si, hasta donde no? ¿Qué hacer? ¿Qué decirles? ¿Cómo decírselos?
Las madres somos guías, maestras, amigas, consejeras, facilitadoras, acompañantes, a veces también policías, enfermeras, choferes, cocineras, asesoras, diseñadoras y más….

La desesperación.
Cuántas veces le debo enseñar a sentarse en la mesa, días, meses, años recordándole los mismos buenos modales. La cantidad de recordatorios para que aprenda por si mismo a ir al baño, lavarse los dientes, estudiar para un examen, ir al doctor, practicar para su partido… detrás de todo estamos las Mamás, sí con M mayúscula. A veces con una voz silenciosa, con el ejemplo, también a veces con regaños y tonos de voz más altos. Es inevitable, somos seres humanos, haciendo lo mejor que podemos. En ocasiones necesitamos la dirección de alguien más, un profesional, un psicólogo, concejero o una persona cercana, un amiga que haya pasado por lo mismo o que tenga una visión más clara, la abuela o las tías.

La gratitud
Las mamás nos enojamos, nos irritamos, a veces reprochamos las situaciones por las que tenemos que pasar, pero al final del día agradecemos el tener el privilegio de ser madres.

¡Bendito Dios que me prestó a esta criatura hermosa! El regalo diario de verlo crecer, aprender cada una de las cosas que sabe hacer, ver esos ojos brillantes, llenos de vida, de admiración, deseosos de conocer el mundo.

La euforia.
La emoción más alta que la alegría, la euforia que sentimos el día que nos regala su primer sonrisa, sus primeros pasos, cuando dice “mamá” con esa vocecita tierna estrenándose en el arte de hablar. Cuando aprende a andar en bicicleta, el día que tiene su primer festival en el kínder, cuando nos comparte sus experiencias del día, con ese ímpetu milagroso que tienen los que tienen poco de haber llegado al mundo. Luego, las graduaciones, sus logros… cada uno de los pasos que seguimos las madres con atención.

Ese “clik” que hace su cerebro cuando descubre cómo hacer algo nuevo después de muchos intentos, al fin lo logra y me voltea a ver con cara de gozo, felicidad, orgullo y admiración. Ese es el regalo del que gozamos las madres.

La plenitud.
No hay mejores maestros que nuestros hijos. Ellos nos reflejan lo que somos, nos dicen nuestra verdad, aprecian nuestras cualidades y aprenden a aceptar nuestros defectos. Con ellos experimentamos la capacidad de dar servicio a otro, el dejar de pensar en nosotras mismas para darle a alguien más.

El amor.
Dar es lo que nos llena el alma, y dar lo mejor de ti a ese ser que salió de tus entrañas, es el regalo más afortunado que una madre puede llegar a sentir. Un profundo suspiro que se cuela dentro y que se llama amor.

¡Felicidades a todas las guerreras que se atreven a ser madres!

Con amor,
Vivian Toussieh.

ESCUELA DE LA VIDA
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Psicóloga y escritora. Incansable buscadora de la verdad, de la profundidad de la vida y de las personas Vivian M. Toussieh. estudió psicología en un intento por adentrarse a la mente y las emociones humanas de manera profesional y personal. Conocer las teorías sobre el desarrollo y la esencia humana son su pasión. Busca a través de ellas comprender el sentido de la vida y las relaciones humanas. El enfoque de sus obras tienen sus raíces en esta búsqueda por entender el universo, al hombre y a la divinidad.